El Thistlegrom · Capítulo III · Crónica del Rojo

publicado en: Ocio, Submarinismo | 0

Aquí no comienza esta historia que os vamos a contar. Esta crónica presentada en capítulos desordenados que publicaremos a lo largo de los próximos meses se convertirá con el tiempo en un intenso documental. De momento toca disfrutar de esta parte del viaje…

CAPÍTULO III: EL THISTLEGORM

Los días quinto y sexto merecen un capítulo aparte para hablar del Thistlegorm, un carguero inglés utilizado por el ejército inglés en la segunda guerra mundial para abastecer de equipos y municiones a su ejército apostado en África.

Lamentablemente para ellos, dos bombarderos alemanes le dieron caza mientras se dirigía al Canal de Suez, quizás confundiéndolo con el Queen Mary. En pocos minutos y alcanzado por dos bombas se sumergía en las aguas del Mar Rojo de aquel 6 de octubre del 1941 para siempre, convirtiéndose años después en leyenda gracias al mismísimo Capitán Cousteau, que tras descubrirlo se negó a desvelar su paradero.

En los años noventa volvía a descubrirse para disfrute de todos los amantes del buceo, convirtiéndose en el pecio más famoso de todos los mares del planeta. No era para menos, los cerca de 120 metros de eslora del carguero botado en Glasgow eran un inquietante espectáculo para todos.

Transportaba todo tipo de material, desde un tren completo a varios tanques, alas de avión, camiones repletos de motocicletas, botas, balas y todo tipo de suministro que en la mayoría de los casos aún descansaban en las bodegas o repartidos a varios metros del desgraciado casco.

Los peces y corales iban haciendo suyo aquel espectacular barco que un día intento servir a las fuerzas del Eje contra el ejército nazi y la naturaleza reclamaba como suyo aquel pecio.

Decenas de buceadores nos sumergíamos deslumbrados entre sus puertas y bodegas, con una extraña sensación de dolor y tristeza, descubriendo de primera mano la estupidez que parece perseguir al ser humano que parece destinado a no aprender de sus errores.

Debo reconocer que en varios momentos me poseyó la angustia y una extraña sensación al descubrir aquel cementerio acuático en el que varios hombres perdieron la vida.

Hicieron falta cuatro inmersiones para descubrir en su totalidad aquella mole de acero que no pudo hacer nada ante el ataque alemán. Inolvidable.

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